viernes, 11 de julio de 2014

Masacre y declive del fútbol brasileño. El "Mineirazo"

Nunca mejor que ahora recordar los hermosos versos de esa bossa nova “A Felicidade” del brasileño Tom Jobim que dicen "Tristeza nao tem fim", el pueblo brasilero llora, rabia y frustración, era una muerte anunciada, Brasil no jugaba, no convencía, pero ni los ocho “dementes” únicos en todo el mundo, que ganaron en las casas de apuesta, el impactante 1-7, podían presagiar la masacre que en apenas al minuto once abriría Thomas Müller y que en tan solo posteriores nueve míseros minutos, se marcasen cuatro lapidarios goles de manera consecutiva.

Antes del inicio del Mundial la consigna era, acabar del recuerdo de los brasileños, la historia del Maracanazo.  El árbitro japonés Yuichi Nishimura en el debut, y luego un travesaño ante Chile en 8vos, evitaron dos previos desastres en la prelación del empedrado camino que tuvo que recorrer el novel plantel de Scolari; los resultados arropaban las deficiencias y limitaciones de la Canarinha, como un dedo que pretende cubrir la luz del sol. Con más pundonor y guapeo que con fútbol, se llegaron a los cuartos.

En cuartos de final, les retaba una Colombia que llegaba con aires de grandeza pero se aminoró, se rajaron, ante la camisa canaria y desaprovecharon el gran y consistente fútbol que venían jugando, un Brasil vertical a punta de músculo y velocidad los coacciona y vence fácilmente, pero pierden por el resto del Mundial a su único estandarte y punta de lanza ofensiva, Neymar, sumado a ello, Thiago Silva se hace expulsar y se quedaban sin su director en la defensa.

Sin Neymar se acaba la inspiración, el empuje y maquillaje que encubrían y sostenía, los hilos de esperanzas de 200 millones de personas que se amparaban en su selección como un remedio, una solución para sus frustraciones sociales. Ante Alemania se pretendió jugar al mismo libreto que ante los cafeteros, pero Alemania no es Colombia, y a diferencia de éstos, no conceden libertades, manejaron la táctica y movilidad en perfecta armonía, un fútbol asociado y a gran velocidad, entre los kilométricos espacios concedidos por la defensa brasilera, fueron letales, masacraron a un grupo bisoño, llenos de pánico, que jamás pudo reaccionar, ni entender la situación y pesadilla en se hallaban inmersos. Entre sus paisanosRonaldo Nazario desde lo alto de una cabina de transmisión, veía como el viejo lobo Miroslav Klose con su intacto olfato a gol y ubicación, le arrebataba la corona de máximo goleador de los Mundiales.

Sin Neymar, Brasil no sabía atacar, quedaba amputada de ofensiva, solo sabían correr, pero sin una idea de que hacer para llegar al arco contrario. A esta selección, le falto la experiencia y alguien que organizara y abriera espacios en el medio campo, ¿Cómo dejar por fuera a Kaka? ¿O el mismo Paulo Henrique Ganso? Lo cierto es que Brasil solo vivía de la velocidad y el músculo, carecía de pasión, de futbol, del buen juego y trato del balón.   

Pero no se dejen engañar, la última vez que Brasil mantuvo la filosofía del jogo bonito, fue en el Mundial de Italia 90, ya en USA 94, se empezaron a ver los últimos espasmos del colorido, se olvidaron de acariciar la pelota, sin salida desde el fondo, la única diferencia, es que desde el 94 hasta el 2002, el frío juego brasilero estuvo respaldado y sostenido por monstruosas plantillas llenas de cracks, primero estuvieron Romario, Bebeto, y luego brillaron en lo más alto del Olimpo, Ronaldo y Ronaldinho acompañados por Cafú y Roberto Carlos. Con la llegada de Dunga como Dt, en el 2006, se terminó de matar a la canarinha y sus bases, la llevo una “europeización" de su fútbol, rígida, gris y muy mecánica.

En fin, Scolari mantuvo una rigidez táctica, sin variantes, intento en este Mundial copiar la misma receta que tan buen resultado le hizo campeón en Corea 2002, Músculo y velocidad, otra vez, pero sin los cracks de otrora. Hulk y Oscar son buenos jugadores, pero no entran en la élite mundial, una lágrima llamar delanteros a Fred o . Solo así, respaldándose en Neymar y ante la ausencia de éste, se vieron todas las costuras del pobre juego verdeamarela, en un nuevo Maracanazo. 



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